Santiago Gómez Cora, entrenador de la Selección masculina argentina de Rugby 7, ofreció una charla sobre liderazgo en el Congreso de Asesores CREA que se realizó esta semana en la ciudad de Mar del Plata.
Si los integrantes de un equipo humano deben pasar muchas horas juntos, una condición necesaria es que esté integrado por buenas personas en todas las dimensiones de la experiencia humana; no sólo en la deportiva. Así lo indicó Santiago Gómez Cora, ex jugador de rugby 7 y actual entrenador de la Selección masculina argentina de ese deporte, al ser convocado por ATANOR, aliado estratégico de CREA, durante durante una charla sobre liderazgo ofrecida en el Congreso de Asesores que se realizó esta semana en la ciudad de Mar del Plata, propuesta de ATANOR para acompañar un rol estratégico en el Movimiento.
Gómez Cora fue zaguero de “Los Pumas 7” desde su debut en el 2000. Participó en los mundiales de Hong Kong 2005 y Dubái 2009. Al dejar de jugar pasó a dirigir al seleccionado de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA) de sevens y desde 2013 es el entrenador de la Selección argentina de rugby 7. Bajo su dirección técnica, la Selección de rugby 7 ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de 2019 y la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, entre otros logros deportivos.
El director técnico dijo que el propósito es la energía que mueve a las personas. “Nos propusimos que la meta no sea solamente ganar una medalla, sino también poder realizarse a través del equipo. Para eso es necesario conocer a las personas y sus sueños; comenzamos a compartir los sueños de cada uno y empezamos a cumplirlos”, explicó.
Algunos jugadores querían –por ejemplo– alcanzar logros deportivos y otros generar el capital necesario para poder formar una familia. “Todos los deseos son válidos; lo importante es ser auténtico cuando vamos a estar compartiendo tanto fuera de casa”, expresó.
“Antes de comenzar este proceso perdíamos con Nueva Zelanda –los mejores del mundo– por cuarenta puntos, siendo generosos. Para poder ponernos como meta que íbamos a ganarles, tuvimos que empezar con acciones ‘NoRTE’, es decir, que no requieren un talento específico, como la puntualidad, el orden y el respeto”, indicó.
Para poder incentivar tales acciones, se implementaron diversos métodos, como cobrar una “multa” para los que llegaban tarde, a partir de la cual se financiaría la compra de equipamiento para el equipo. “Si no pagaba la multa, al día siguiente se duplicada la cifra; la idea no era juntar dinero, sino promover una cultura de trabajo”, señaló.
El entrenador indicó que, más allá de sus apreciaciones personales, comenzó a armar el equipo con jugadores que pudiesen equiparar las características físicas y las habilidades de los deportistas integrantes de los seleccionados que se propusieron vencer. Eso lo hizo a través de la métricas específicas –altura, velocidad, etcétera–, de manera tal de eliminar el componente subjetivo en la selección.
Remarco que las personas no deciden su futuro: deciden sus hábitos y sus hábitos son los que deciden su futuro. “Una pasión con dedicación se transforma en una habilidad: repito, repito y repito hasta lograr alcanzar un talento específico, para lo cual se requiere disciplina”, graficó.
Al respecto, manifestó que “la derrota es el mejor lugar para aprender” y que un aspecto crucial fue la implementación de un proceso de mejora continua, lo que implicó “ser una mejor versión de nosotros mismos cada día, con cambios pequeños pero progresivos y sostenibles”.
“De cinco pelotas pateadas, anoto una; la propuesta tiene que ser anotar dos, luego tres y así ir avanzando de manera progresiva”, expresó.. “Esa mejora continua nos hizo mejores cada día. No hacíamos cosas diferentes, pero sí un poco mejores todos los días”, añadió.
Gómez Cora dijo que los líderes transforman desafíos en preguntas. No se preocupan por tener todas las respuestas, pero hacen preguntas indispensables para que los miembros del equipo se detengan, piensen y reconsideren cuestiones clave.
“La pasión de los argentinos es un diferencial, pero con eso sólo no es suficiente; a lo mejor sí para ganar un torneo, pero luego no es sostenible en el tiempo sin una metodología de trabajo”, apuntó.
“El bambú japonés tiene una particularidad: uno lo tiene que cuidar durante siete años y no pasa nada, pero de golpe, luego de ese lapso, empieza a crecer y crecer varios metros”, resumió el director técnico al resaltar que no existen soluciones mágicas para alcanzar logros, sino un arduo trabajo que requiere disciplina, esfuerzo y compromiso.
Fuente: Contenidos CREA
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