Ahora, bitcoin es uno de los 10 activos financieros más valiosos del planeta e incluso es moneda de curso legal en una nación: El Salvador.
Este acelerado crecimiento y evidente demostración de éxito de una moneda privada, no emitida por ningún Estado, ha hecho que los ojos de reguladores y organismos internacionales se posen sobre bitcoin.
En el mes en curso, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó un documento titulado «Introducción a los flujos transfronterizos de Bitcoin: medición e impulsores».
Este informe del organismo financiero hace principalmente una descripción del uso de bitcoin (y, por extensión, de otros activos digitales) en el marco de los movimientos de dinero internacionales (sea para pagos, remesas, etcéra).
Se señala allí que BTC cobra especial relevancia en esta función en aquellos países con restricciones cambiarias o monetarias, como es el caso de Argentina.
Dice textualmente el informe: «El uso de bitcoin para transacciones transfronterizas está geográficamente extendido y tiene una intensidad relativamente alta en todas las regiones, tanto para flujos on-chain como off-chain». Esto último, refiere a las transferencias realizadas mediante la red Bitcoin (on-chain) y también mediante servicios de custodia, por ejemplo, exchanges (off-chain).
De todos modos, aunque el volumen es alto a nivel mundial, se destacan ciertas regiones. Explica el FMI: «La magnitud de las entradas es relativamente grande en algunos países latinoamericanos como Argentina y Venezuela». Otras regiones que se destacan son Asia, África y Europa del Este.
El reporte del Fondo Monetario Internacional hace referencia a la reciente aprobación de los ETF de bitcoin en Estados Unidos, a la que considera importante para la adopción, aunque sea indirecta, de bitcoin.
De todos modos, dice el FMI que, según los datos que maneja, el flujo de bitcoin en pagos transfronterizos aún no reemplaza «al capital existente» (con referencia al dinero de curso legal, como si bitcoin no fuera también una forma de capital).
FMI y bitcoin, una relación compleja
Si bien el informe es mayormente descriptivo de la situación mencionada en el título, el organismo no deja pasar la oportunidad para realizar algunos comentarios de carácter subjetivo. Téngase en cuenta que la postura del FMI sobre bitcoin y las criptomonedas siempre ha sido de gran cautela, cuando no sospecha.
Por ejemplo, se menciona que «bitcoin no está respaldado por ningún activo real». Vale aclarar que bitcoin es en sí mismo un activo, calificado como una materia prima (o commodity) por el propio CFTC estadounidense. Y, contrario a lo que muchas veces se dice: sí tiene respaldo. Tiene respaldo energético de los miles de mineros que en todo el mundo le dan poder de cómputo a la red y reciben, a cambio, recompensas en BTC.
También dice el FMI que «bitcoin no está respaldado por ningún reclamo gubernamental». Es cierto que BTC no es emitido por ningún Estado ni gobierno, mas no es cierto que ningún gobierno reclama su validez como dinero. Ya se ha mencionado el caso salvadoreño. Por dar un ejemplo más cercano, el actual gobierno argentino ha anticipado que, en caso de establecerse el prometido régimen de competencia de monedas, podrían celebrarse contratos o hacerse todo tipo de pagos nominados en bitcoin o cualquier otra criptomoneda.
Bitcoin entra en su etapa adulta
Bitcoin ha superado las etapas iniciales de su existencia marcadas por un espíritu experimental y una comunidad reducida de entusiastas tecnológicos, libertarios y criptoanarquistas.
Esta transformación de bitcoin de un proyecto marginal a un componente central del sistema financiero global ha atraído la atención inevitable de organismos como el FMI.
La supervisión de los reguladores internacionales sobre bitcoin es un indicativo de su llegada a la ‘mayoría de edad’ financiera. Esta atención no es trivial, dado que el FMI, en particular, juega un papel importante en el monitoreo de los flujos económicos transfronterizos.
Sin embargo, esta ‘adultez’ de bitcoin trae consigo desafíos significativos. La regulación, por ejemplo, que es vista como una necesidad para proteger a los inversores, es a menudo percibida por muchos en la comunidad de criptomonedas como una amenaza a los principios de descentralización y pseudoanonimato.
Además, la regulación —si no se la enfoca adecuadamente— también podría imponer barreras que limiten la innovación o la capacidad de bitcoin para servir como una alternativa al sistema financiero tradicional.
La transición de bitcoin desde sus raíces como una herramienta para individuos que buscan eludir la mirada del Estado a un activo financiero reconocido mundialmente es compleja y multifacética.
Algunos pueden ver esta evolución como la traición a los ideales originales de la criptomoneda, mientras que otros pueden celebrarla como un paso hacia una mayor madurez y legitimidad.
Lo cierto es que, les guste o no a los bitcoiners, el escrutinio por parte de organismos como el FMI es una consecuencia inevitable de su éxito y crecimiento. Este es el precio del progreso y la integración en el sistema financiero global, y es un tema que seguramente continuará generando debate y reflexión.
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Fuente: errepar
Photo by Daniela Paola Alchapar on Unsplash