
En el marco del XXXIII Congreso de Aapresid: “Código Abierto”, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) tuvo un rol protagónico al coordinar el panel internacional “Construyendo una nueva narrativa del futuro de la agricultura y los sistemas agroalimentarios de las Américas”.
El espacio invitó a cuestionar la visión que hoy predomina sobre la agricultura, muchas veces reducida a sus impactos ambientales negativos, y a construir un relato más cercano a la realidad regional, capaz de mostrar la importancia estratégica del agro en el desarrollo económico, social y ambiental.
El director general del IICA, Manuel Otero, remarcó que la agricultura de las Américas produce una de cada tres toneladas de alimentos del mundo y aporta el 50% de la biodiversidad y el 33% del agua dulce del planeta. “Somos garantes de la seguridad alimentaria y de la sostenibilidad ambiental global, pero aún falta autoestima y capacidad para comunicarlo en los foros internacionales”, señaló.
Participaron también referentes internacionales como Jack Bobo, experto en sistemas alimentarios; Kip Tom, líder global en agronegocios; Walter Baethgen, investigador de la Columbia Climate School; y Marcelo Torres, presidente de Aapresid.
Una narrativa que mire hacia adelante
El panel coincidió en la necesidad de superar la “vieja narrativa” que presenta a la agricultura sólo como fuente de problemas ambientales y avanzar hacia un nuevo relato que muestre su rol en la innovación, la nutrición, la salud y la energía.
Entre los pilares planteados se destacaron:
- mayor inversión en investigación y desarrollo,
- incorporación de digitalización e inteligencia artificial,
- participación activa del sector privado,
- y diseño de políticas públicas basadas en evidencia.
“La agricultura de nuestra región debe reconocerse como parte de la solución a los grandes desafíos globales. El futuro depende de nosotros, no de lo que nos digan desde afuera”, subrayó Otero e instó a forjar una nueva generación de liderazgos capaces de acelerar la transición hacia un modelo más sustentable, resiliente e inclusivo.
Innovación para un futuro sostenible
Uno de los mensajes más contundentes fue el de Jack Bobo, director del Instituto para Estudios Alimentarios de la Universidad de California, quien destacó que el agro del futuro será muy distinto al del pasado. “Durante 10.000 años el desafío fue producir más alimentos. Hoy debemos producir más y mejor, cuidando tanto a las personas como al planeta”, afirmó Jack, una de las voces más influyentes en tendencias de sistemas alimentarios.
Bobo advirtió que la narrativa vigente, que presenta a la agricultura como problema, divide a la sociedad y dificulta la cooperación frente a desafíos como el cambio climático, el uso de agua y tierra, o el crecimiento poblacional que exigirá 75% más de alimentos hacia 2050.
“El gran reto es comunicar un futuro inspirador y optimista, que invite a abrazar el cambio en lugar de temerlo. De nada sirve la innovación si la sociedad no está dispuesta a adoptarla”, afirmó.
El experto propuso dejar de planificar solo para el “futuro probable” y comenzar a construir el futuro deseado, con políticas, ciencia, empresas y ciudadanos trabajando de forma conjunta. “Los próximos 25 años serán los más importantes de toda la historia de la agricultura. Si lo hacemos bien, el agro no sólo alimentará al mundo, sino que también podrá salvar al planeta”, concluyó.
Seguridad alimentaria y soberanía
El exembajador de Estados Unidos ante organismos internacionales de agricultura, Kip Tom, subrayó que la seguridad alimentaria es seguridad nacional. Tom advirtió que en un mundo atravesado por la incertidumbre, la volatilidad económica y los impactos del cambio climático, la agricultura ya no puede pensarse sólo como una industria, sino como un asunto de soberanía nacional. “Una nación que no puede alimentarse a sí misma, no puede defenderse”, remarcó.
El especialista llamó a reducir la dependencia de insumos externos, fortalecer el suelo como recurso estratégico y promover una alianza entre Argentina y Estados Unidos para consolidar el liderazgo agrícola del hemisferio occidental a través de la innovación agrícola, la cooperación público-privada y el liderazgo de los productores.
“La inseguridad alimentaria ha sido detonante de revoluciones en la historia. El alimento es libertad, el suelo es poder, y el agro es nuestro legado”, sostuvo.
América Latina y el desafío de contar su historia
Por su parte, Walter Baethgen alertó sobre el rol pasivo de la región frente a una agenda internacional dominada por la Unión Europea. “Cuando uno deja vacíos, otros los ocupan. América Latina necesita construir su narrativa con evidencias científicas y diplomacia”, expresó.
El investigador destacó que América Latina es la principal región exportadora neta de alimentos del mundo y que su ventaja radica en la riqueza natural: 20% de los bosques globales, 30% del agua renovable y una biodiversidad única. El desafío, sostuvo, es utilizar esos recursos de forma sostenible y demostrarlo ante mercados cada vez más exigentes. “El consumidor ya demanda indicadores de huella de carbono, uso de agua, impacto sobre biodiversidad o bienestar animal. Es una tendencia que llegó para quedarse”, advirtió.
En cuanto al cambio climático, recordó que el 75% de las emisiones globales provienen de la quema de combustibles fósiles, aunque el sistema alimentario también tiene un papel relevante. Baethgen planteó que la ganadería y los fertilizantes presentan oportunidades de mejora mediante buenas prácticas de manejo y nuevas tecnologías, pero subrayó que deforestación y modelos no sostenibles deben quedar atrás.
“La nueva narrativa debe basarse en ciencia y mostrar que podemos producir alimentos de manera sostenible, sin traspasar los límites biofísicos”, concluyó.
Los productores como protagonistas
Finalmente, el presidente de Aapresid, Marcelo Torres, llamó a repensar el rol del productor en un escenario desafiante de baja rentabilidad, crisis climática y demandas sociales crecientes.
“Estamos frente a una percepción de que la agricultura es parte del problema, cuando en realidad puede ser la solución”, afirmó.
Torres destacó la experiencia argentina en siembra directa como ejemplo de articulación entre productores, investigadores y la industria, y señaló que el futuro pasa por sistemas integrados con cultivos de servicios, ganadería y tecnologías digitales. También destacó la necesidad de que el agro se vuelva “antifrágil”, es decir, que salga fortalecido tras cada crisis, y que abrace modelos de innovación interactiva donde ciencia, productores e industria trabajen en red.
“El productor aislado está condenado. Debemos abrir el código y construir juntos una nueva narrativa que muestre que la agricultura no es el problema, sino parte de la solución”, concluyó.
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Fuente: Aapresid
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